Era un hombre común, de esos de los que no vale hacer referencia, otro ciudadano más de Flores. Pero ya se sabe lo que les sucede a los hombres de Flores, peor aún si alguna vez escuchó hablar de los Hombres Sensibles.
Luego de algunos años de ilusa infancia y prometedora pubertad, conoció al Miedo. Inteligente y despiadado, lentamente fue ocupando su vida hasta entrometerse en cada acción del pobre hombre. Lo conoció una noche otoñal, en la cual se cruzó con un animal digno de ser visto en un safari. Lo volvió a ver una vez cuando rompió el vidrio de una casa mientras jugaba al futbol.
Sin embargo, el momento en que él y el Miedo se volverían inseparables sucedió mucho tiempo después, en el Día de los Inocentes, en que su novia le hizo una broma que lo iba dejar por motivo X. Esta relación iba a provocar muchos cambios en nuestro pobre hombre: al principio, lo tomó como un optimista y se dedicó a pasar el mayor tiempo posible con sus amigos y familiares por Miedo a no verlos más e hizo cosas que nunca creyó que iba a hacer. Más tarde esta situación le hizo darse cuenta de una posibilidad en la vida: vivir la soledad no elegida. Muchos dirán “el universo es muy grande, no es posible que estemos solos”. Muy pocos saben que al hombre triste poco le importa el universo.
Comenzó a despedirse de sus amigos todas las noches y les pedía disculpas por peleas que no habían ocurrido aún. Miraba con recelo sus pertenencias hasta que un día, para que no se las roben, las rompió todas con un martillo. Luego, por las dudas, rompió el martillo. Le rogaba a su novia a todo momento que no lo dejara, la perseguía por el barrio hasta lograr lo que inevitablemente iba a lograr: ella lo dejó. Así como todos sus amigos, que lentamente se cansaron del pobre hombre. Más tarde empezó a cocinar su propia comida por miedo a que lo envenenaran y dejó de frecuentar bares. Un día terminó su vida, (justamente) por Miedo a que la muerte se lo llevara en un momento que él no quisiera.
No he encontrado registro alguno de su existencia, ni amigos quienes lo recuerden. Quizás nunca existió y fue una simple leyenda. Yo prefiero creer que la escribió algún corajudo resignado, uno de aquellos que creen que el peor y más terrible Miedo no es el Miedo a la Muerte, sino el Miedo a la Vida